
Y lo son. Grandes, pequeñas, con forma de pera, redondas, un poco caídas, con pezones como timbres de castillo o solo dos granitos oscuros en el medio de cada una. Muchas chicas no entienden por qué os gustan las tetas. A mí siempre me han parecido bonitas. Qué coño, algunos escotes me emboban como si fuera un macho en época de cría.
A lo largo de la historia han sido incontables los atributos que se han valorado en los pechos de mujer. Grandes, que significaba fertilidad y abundancia de alimento para el neonato en tiempos remotos. También ha sido admirada su redondez y simetría. Su turgencia, por supuesto. O la naturalidad de las mismas, en estos tiempos en que las encontramos acorraladas por la silicona plástica en cualquier busto. La posición y la caída también han sido tomadas en consideración. Al final de todo, la verdad más absoluta y perturbadora de todas, la que se ha mantenido siempre intacta es que dos tetas tiran más que dos carretas.
Porque esa es otra,