martes, 25 de junio de 2013

Si no lo digo, reviento



Hoy he estado grabando en una de las corralas, no diré cuál para que nadie se sienta ofendido. He conocido a madres que no pueden dar de comer a sus hijos, que no pueden pagar un alquiler, que han sobrevivido a la enfermedad innombrable y ahora sobreviven a una crisis que no han causado. Y me he enfrentado a sentimientos encontrados con ellas, que donde te dicen que no tienen un yogur para dar a sus hijos no falta un paquete de tabaco, un cenicero lleno de colillas, alguna china de hachís y un plasma más grande que el salón entero (y mucho más que la vieja tele de tubos catódicos que tengo yo en el mío).

¿Qué clase de necesidades hemos generado en personas que no se las pueden permitir? ¿Por qué a una madre que no tiene pan para sus hijos no se le ocurre vender su televisor para, al menos, asegurar la subsistencia unos meses?

Aquí entra en juego el 15M, con todos mis respetos y admiración a la labor que hacen. Meten en la cabeza de todos aquellos que están en esta situación el discurso aprendido del alquiler social y las viviendas con gente en el que creo fervientemente pero que suena vacío cuando lo repite cual papagayo, con las mismas palabras, el quinto desahuciado al que entrevistas. Un pobre hombre que no ha tenido educación y que apenas puede pronunciar correctamente su nombre cómo va a entender de qué va esto de las ILPés, PAHs, escraches y demás palabros.

Lo que quiero decir es que está muy bien buscar una solución a familias que lo necesitan, pero que esto no es una respuesta en sí misma. No es, si mi apuras, siquiera una solución. Pero esto está mal decirlo, porque ahora el 15-M son los buenos y los partidos y sindicatos los malos. Pues mire usted, ni lo uno ni lo otro, y si vamos a la revolución contad con mi hacha (y con mi espada, y con mi pluma) pero mientras tanto vamos a dejarnos de vueltas de tuerca, y vamos a llamar a las cosas por su nombre (escrache, ILP, PAH, FMI, Shakira…).

Y ya lo último: no digo yo que tenga ninguna solución mejor, ni solución alguna acaso, pero sí tengo clara una cosa: todo esto pasa por la educación, educar a la gente, darle las herramientas necesarias para pensar por sí misma. ¿Cómo, cuándo, dónde? Pues no lo sé. Si se me ocurre os lo digo. Y lo siento por el coñazo y por interrumpir el habitual ambiente erótico de este mi blog, pero si no lo digo, reviento.