domingo, 4 de noviembre de 2012

¿Hasta cuándo, Doctor Jekyll?


En un cuarto de siglo no he aprendido a averiguar lo que realmente quiero. Me muevo por impulsos, a menudo fugaces. En cuestión de segundos cambio de opinión y olvido.

Todo es caos a mi alrededor. El desorden y la anarquía me rodean donde quiera que vaya. Y el motor de mis andanzas ha sido siempre huir hacia delante. Abandonar el campo de juego cuando el árbitro me lo pone difícil y pedir cartas en otra timba, en otra liga o acaso empezar un solitario. Pero a veces comprendo que la solución no era romper la baraja.

¿Qué pasa si ahora encontré lo que realmente quería? Aunque mi cabeza a ratos me grite que no es posible, que la madeja tiene demasiados nudos y que tome, una vez más, las de Villadiego. Y como el tiempo, que está loco, en un fugaz instante recuerdo aquel día que querías echarle  salsa barbacoa a una de mis tortillas de patata. Una vez más, convencerme de que lo nuestro no es posible no ha valido para nada.

Hacer “all in” a una sola jugada, sin trampas ni trucos. Sin guardarme ningún as escondido entre los pliegues de mi falda. Quiero saber si esto es posible o solo una ilusión. Si somos dos locos jugando una partida que ya está perdida o si el juego solo acaba de empezar. Pero, ¿cómo? Si no lo intentamos…


Nada más inspirador que un corazón roto y una tarde de lluvia. ¿Hasta cuándo, Doctor Jekyll?