Me encanta viajar, pero cuando lo hago siempre aparece en mi mente ¿qué hay de las horas que pasamos, como diría mi padre, in itinere? A pesar de mi corta edad (ya casi un cuarto siglo, no tan corta), he pasado muchas horas en trenes, aviones y autobuses por razones no tan ajenas a mi voluntad. Y siempre pienso lo mismo, qué pasa con los minutos muertos, los que transcurren de una ciudad a otra como suspendidos en el aire. ¿Son momentos perdidos, tirados a la basura, o sólo el precio que pagar por conocer un lugar nuevo? ¿Merece la pena el trayecto por avistar durante apenas unos segundos un bonito paisaje, mantener una conversación fugaz o hacer amigos de un día, amigos de tren? Quizás hasta planear un asesinato, como en la película de Hitchcock.
En ese momento el tren sale de un túnel y ahí está: el amanecer en la costa italiana, la plenitud del mar Mediterráneo y unas pequeñas barcas de pescadores. Sí, ha merecido la pena.
I really love to travel, but when I do always appears in my mind, what about the time we spend, as my dad would say, in itinere? Although I´m pretty young (almost a century´s quarter, not that young anymore) I have spent lots of hours between trains, aeroplanes and buses for circunstances not so far from my own desire. And I always think the same, what for those dead minutes, those who belong between a city and the next one, hold in the air. Are they lost moments, thrown in a bin, or just the price to pay for visiting a new place? Is worth such journey to admire for a little tiny while a beautiful landscape, to hold a meanwhile conversation or to make few-hours-friends, friends on a train? Maybe even to plan a murder, as in the Hitchcock movie.
In that very moment the train comes out a tunnel and there it is: the sunrise by the italian coast, plenty of Mediterranean and some little fishing boats. Yes, it is worth, indeed.
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