domingo, 3 de junio de 2012

Dormir follando o follar durmiendo

¿Alguna vez os habéis quedado dormidos haciendo el amor? Sed sinceros, eso nos ha pasado alguna vez a todos. O, mejor dicho, a todas. Imaginad cómo sería vuestra vida sexual si padecierais narcolepsia.

Cuando una se queda dormida por las esquinas, mantener relaciones sexuales no es nada fácil. Para nuestra protagonista de hoy no lo era. De pronto se despertaba con la boca de llena de semen, sola en cama ajena o rodeada de personas que no conocía. Su mejor experiencia, sin duda alguna, fue salir de un sueño erótico en medio de su propio orgasmo. Pero eso sucedió después de conocer a su actual pareja.

El chico, o más bien señor, me contaba que congeniaron desde el primer momento. No parecía tener ningún tipo de problema con que ella de vez en cuando se echara una siestecita. Un toque de necrofilia y un extraño gusto por las mujeres pálidas hacían de su atracción un magnetismo irresistible. "Un día le metí la polla en la boca mientras dormía, y estuve minutos en esa posición hasta que ella se despertó y sin esperar un segundo comenzó a felarme", asegura el chico, o más bien señor, con los ojos casi salidos de sus órbitas.

Ella, encantadora durante toda la entrevista, aprovechó un momento en que él se ausentaba para acercarse a mí y decirme, en voz callada: "qué quieres que te diga, después de cinco años juntos todavía no me lo creo. La gente tiene cada gusto más raro..."

Un poco turbada después de mi encuentro con la extraña pareja, volvía a casa cuando me asaltó un pensamiento, una de esas verdades aplastantes que tanto busco. Hubiera sido mucho peor si ella fuese un hombre. 



Y en el pensamiento siempre, aunque tú no gustes cadáveres ni yo duerma a destiempos, nuestra extraña pareja. Todos tenemos una media naranja.

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