Tan desprotegida estoy que temo que puedas mirar en mi interior y ver. No me asusta que halles mis defectos. Siquiera que encuentres los incontables e inconfesables secretos de alcoba atesorados en otras camas y en otras compañías mucho peores que la tuya.
Lo que me aterra es que me descubras a mí, al yo más sincero y arrebatado que subsiste debajo de mi piel. En algún lugar tras los pañuelos al cuello, la melena despeinada, el maquillaje y las mentiras. Las mentiras sobre lo que soy y lo que no. En ese lugar donde nunca he dejado entrar a nadie.
Cuando al mirar en mi interior veas, surgirán las verdades más profundas, desterradas en un rincón donde ni yo misma puedo encontrarlas. Y en el preciso instante en que los misterios sean revelados seré tuya, me habrás poseído. Y saciado de mí te darás media vuelta y te irás.
Yo me quedaré, vacía de secretos como el día en que nací, observando el revés de tu esbelta figura mientras te alejas para siempre.