Nada más inspirador que un corazón roto y una tarde de lluvia. ¿Hasta cuándo, Doctor Jekyll?
domingo, 4 de noviembre de 2012
¿Hasta cuándo, Doctor Jekyll?
Nada más inspirador que un corazón roto y una tarde de lluvia. ¿Hasta cuándo, Doctor Jekyll?
lunes, 3 de septiembre de 2012
De sueños y orgasmos
Imagen de http://solohacefaltaobservar.wordpress.com/ |
Dame cinco minutos más baby. O toda una vida.
jueves, 28 de junio de 2012
Carolina y el teléfono
"Si me ha dicho que me va a llamar, es que me va a llamar", resonaba dentro de la cabeza de Carolina. Apretaba los dientes y echaba el culo para atrás de la silla de enea sobre la que descansaban sus turgentes posaderas. Casi rozaba el suelo con los pies moviendo, alternativamente, una pierna hacia delante y otra hacia detrás.
Los nervios del estómago no la dejaban parar quieta. Suspiraba, se inclinaba, se revolvía y secaba con sus manos el sudor que acumulaba entre los muslos, tanteando disimuladamente las braguitas blancas de tela perforada que llevaba aquel día.
Al primer rugido del aparato la pequeña montaba en cólera. Descolgaba frenética mientras su interior rezumaba. "¿Se encuentra la señora de la casa?", sonaba al otro lado. Carolina respondía desganada, colgaba el teléfono lo más pronto posible para dejar libre la línea y volvía a derretirse sobre la silla de enea.
Carolina apretaba, cada vez más, un muslo con otro. Rozaba su trasero contra el asiento. No quería levantarse, por si llamaba, pero tenía que ir a hacer pipí. Cuando tiraba de la cadena oyó a lo lejos el desagradable pitido. Lo había descolgado su madre. "¡Carolina, es Victoria... otra vez!"
Una sonrisa de oreja a oreja y un suspiro se le escaparon con dos lágrimas en los ojos. En un arrebato de excitación corrió de vuelta al pasillo. Ansiosa, se acercó el micrófono a la boca y, enredando el cable del teléfono con su dedo índice, se sentó en la silla de enea a hablar mientras se tanteaba las braguitas blancas de tela perforada.
domingo, 3 de junio de 2012
Dormir follando o follar durmiendo
Cuando una se queda dormida por las esquinas, mantener relaciones sexuales no es nada fácil. Para nuestra protagonista de hoy no lo era. De pronto se despertaba con la boca de llena de semen, sola en cama ajena o rodeada de personas que no conocía. Su mejor experiencia, sin duda alguna, fue salir de un sueño erótico en medio de su propio orgasmo. Pero eso sucedió después de conocer a su actual pareja.
El chico, o más bien señor, me contaba que congeniaron desde el primer momento. No parecía tener ningún tipo de problema con que ella de vez en cuando se echara una siestecita. Un toque de necrofilia y un extraño gusto por las mujeres pálidas hacían de su atracción un magnetismo irresistible. "Un día le metí la polla en la boca mientras dormía, y estuve minutos en esa posición hasta que ella se despertó y sin esperar un segundo comenzó a felarme", asegura el chico, o más bien señor, con los ojos casi salidos de sus órbitas.
Ella, encantadora durante toda la entrevista, aprovechó un momento en que él se ausentaba para acercarse a mí y decirme, en voz callada: "qué quieres que te diga, después de cinco años juntos todavía no me lo creo. La gente tiene cada gusto más raro..."
Un poco turbada después de mi encuentro con la extraña pareja, volvía a casa cuando me asaltó un pensamiento, una de esas verdades aplastantes que tanto busco. Hubiera sido mucho peor si ella fuese un hombre.
Y en el pensamiento siempre, aunque tú no gustes cadáveres ni yo duerma a destiempos, nuestra extraña pareja. Todos tenemos una media naranja.
martes, 15 de mayo de 2012
Morir de amor, morir de sexo
jueves, 10 de mayo de 2012
El sexo de los miopes
martes, 17 de abril de 2012
Secretos de medianoche
Puede pasar, por ejemplo, en una rueda de prensa, mientras friego los platos o volviendo a casa en bici. Debo decir, a colación, que la tercera de estas localizaciones me parece la más placentera.
Me quedo paralizada al tiempo que el escalofrío llega a mi sexo. Aprieto fuerte las piernas, como si te tuviese dentro de mí, y pierdo por completo todo poder sobre mi concentración.
Entonces, con el siguiente aliento, la sensación se disipa. Me queda el dibujo en mi cabeza de tu sonrisa, las venas marcadas en tu antebrazo o el vago recuerdo del calor de tus labios sobre los míos. Miro a mi alrededor y todo sigue exactamente como lo dejé, como si el instante hubiese detenido el tiempo. Continúo con mi normalidad, anoto algo, escurro un tenedor o sigo pedaleando. Solo me delata el esbozo de una media sonrisa y el brillo de mi mirada.
miércoles, 21 de marzo de 2012
Camellos del mundo, uníos
Droguis |
Merche explicándole a Risto por qué el positivismo confía en la ciencia |
sábado, 3 de marzo de 2012
Estoy harta de... estar harta
Estoy harta de los prejuicios (de los míos propios también). De no tener suficiente sexo y buscar la plenitud postcoital en otros placeres mundanos. De la prepotencia. De las cosas que están lejos. Estoy cansada de comer ensalada. De querer ser lo que no soy, y de desear matar gente.
Estoy harta de comer todos los días viendo viendo The Big Bang Theory.
Oh, dios, acabo de encontrar la canción que buscaba. Eric Clapton, Get Lost. Y me siento tan satisfecha como cuando te aprieta un calcetín y te rascas. Me encanta esta canción.
Ahora voy a cenar un tomate aliñado mientras me trago por enésima vez el capítulo de The Big Bang Theory en el que compran la máquina del tiempo y Leonard se asusta mucho. Instintos homicidas hacia todo aquel que no sea el Doctor Sheldon Cooper aproximándose. Joder, cómo me gusta esta canción.
Pero lo peor es que mañana me levantaré temprano e iré a trabajar, y haré un cutre-reportaje sobre la Reforma Laboral, que además me gustará. Y se me olvidará odiar la Reforma Laboral. Y me conformaré.
Joder, cómo me gusta esta canción.
martes, 28 de febrero de 2012
La lírica por la lírica
Tan desprotegida estoy que temo que puedas mirar en mi interior y ver. No me asusta que halles mis defectos. Siquiera que encuentres los incontables e inconfesables secretos de alcoba atesorados en otras camas y en otras compañías mucho peores que la tuya.
Lo que me aterra es que me descubras a mí, al yo más sincero y arrebatado que subsiste debajo de mi piel. En algún lugar tras los pañuelos al cuello, la melena despeinada, el maquillaje y las mentiras. Las mentiras sobre lo que soy y lo que no. En ese lugar donde nunca he dejado entrar a nadie.
Cuando al mirar en mi interior veas, surgirán las verdades más profundas, desterradas en un rincón donde ni yo misma puedo encontrarlas. Y en el preciso instante en que los misterios sean revelados seré tuya, me habrás poseído. Y saciado de mí te darás media vuelta y te irás.
Yo me quedaré, vacía de secretos como el día en que nací, observando el revés de tu esbelta figura mientras te alejas para siempre.
viernes, 24 de febrero de 2012
Un periódico con tilde
Yo escribí en Público. Y se me llena la boca al poder decirlo. En la casa de mi madre una carpeta amarilla con olor a tinta custodia los recortes de un papel manchado que siempre vivirán conmigo. Público fue el primer periódico en el que mi nombre apareció publicado, y eso para un periodista es como el bautizo para el católico.
Cuando Público desaparezca sólo quedarán en España periódicos de edición nacional en papel de derechas. Con El País absorbido en la vorágine del Grupo Prisa y el fallido experimento de La Voz del Pueblo, la muerte de Público significa la pérdida del referente sólido de la ideología progresista de este país. Un periódico que no tenía editorial porque imprimía su línea en cada noticia, cada artículo, cada reportaje, cada letra. Y además se sentía orgulloso de ello. Ser de izquierdas no era ninguna vergüenza. La Razón, La Gaceta, El Mundo, ABC manifiestan cada día sus "inclinaciones" sin sorprender a nadie. ¿Se le supone a la izquierda mediática una objetividad inexistente en la derecha? La respuesta es clara: sí.
No me queda más remedio que ponerme sentimental: la primera vez que crucé el umbral de la Delegación de Andalucía de Público a la tierna edad de 19 años me temblaban las piernas. No debió notárseme mucho, porque tiempo después Raúl Bocanegra me dijo que no creyeron que fueran "mis primeras prácticas". Vendemotos que es una. Aquellos días de verano me acompañaron la seriedad de Ángel Munárriz, la cercanía de Bocanegra, la ternura de Olivia Carballar y el abrazo paternal de Antonio Avendaño. Sin olvidar la compañia de mis compañeros becarios Francisco Artacho, Jael Herrera y Ana Jurado. En las tediosas tardes de aquel mes de agosto, encerradas en un despacho y mirando de reojo a Raúl y su melena nos enseñaron el privilegio de hacer las cosas bien. Contrastar fuentes, documentar, reportajear con ejemplos las noticias. El oficio del periodista meticuloso concentrado en las cuatro mesas que formaban aquella redacción.
Hoy, viernes 24 de febrero de 2011 he comprado, una vez más, la edición en papel de público. Y lo he hecho por miedo a que sea la última. Y por ese egoísmo coleccionista de conservar la última pieza de una joya de la corona. Una joya de papel en la que los periodistas de izquierdas tuvimos la oportunidad de desarrollar un trabajo profesional, periodístico, y progresista.
Descanse En Paz
Público
lunes, 13 de febrero de 2012
Esto no es una postal de San Valentín
Todo el mundo debería de tener un permiso de manta. En días como hoy, que todo sale mal, le dices a tu jefe: "Oye, que me cojo mi día de manta". Así, sin dar más explicaciones. Y te vas a casa y te metes en tu agujero hasta nueva orden. Estoy segura de que eso solucionaría la crisis económica mundial. O por lo menos la mía.
¿Que qué me pasa? Nada. Nada y todo. Así en líneas generales, soy feliz. Vivo bien, me divierto, tengo un buen trabajo, el cariño de los que me rodean. Y no, no tengo 15 años. Ni la menopausia (o eso espero). Quizás sea el exceso de azúcar del fin de semana, pero hoy quiero perderme. En tu cama, en la mía, en tus ojos. En una playa desierta. Y llorar sin que nadie me vea. Ni siquiera tú. Sobre todo tú.
viernes, 20 de enero de 2012
De Gütenberg a Megaupload
Cuando Gütenberg inventó la imprenta, y el cachivache comenzó a tener éxito, las autoridades quisieron prohibirlo. Sin éxito. Cuando en los años 50 los primeros acordes de un prematuro rock&roll comenzaban a sonar en los Estados Unidos, fueron acusados de ser la música del demonio. Así ha sucedido a lo largo de toda la historia de la humanidad, sin excepción, con cualquier avance.
En el año 2012 el poder ha cambiado de nombre, de capucha si me apuras, pero no de intenciones. En pleno siglo XXI todavía no han comprendido lo inexpugnable: no se puede luchar contra la revolución tecnológica. Y todavía queda que llover hasta que sepan aprovecharse de las posibilidades de internet.
Cuánto cobra una estrella de Holliwood por interpretar en una película? Cantidades desorbitadas, sobre todo si lo comparamos con el sueldo de, por poner un ejemplo, un periodista. Estos ingresos millonarios se ven ahora mermados por culpa de malandrines como los de Megaupload. ¿Por qué no pueden las estrellas del pop ganarse la vida dando conciertos, y considerar sus canciones como la oportunidad de ofrecer algo a la sociedad? Algo que en muchos casos jamás debiera haber visto la luz.
A todos esos greedy bastards, porque no tienen otro nombre, les propongo: añadid valor a vuestro producto. Haced canciones buenas, y compraremos vuestros discos. Sacad un vinilo y lo tendremos en el salón de casa. Desnudad vuestra alma y la devoraremos. Pero, por favor, no tratéis de compraros otro Porshe a costa de nuestra libertad.
A riesgo de ser tomada por loca del determinismo tecnológico, terminaré añadiendo que quizás dentro de dos siglos alguien cuente la historia de cómo intentaron, sin éxito, controlar internet.